Un 7 de Julio partía la Bandera Argentina desde Gualeguaychú?
Cruzada Deportiva de la Argentinidad
Colaboración
Lic. Marcos Henchoz
La gran Cruzada Deportiva de la Argentinidad se inició en nuestra ciudad el 7 de julio de 1943 y tuvo como objetivo “abrazar simbólicamente a todos los deportistas del país bajo la Bandera Argentina ” por todo el territorio de nuestro país, regresando a la ciudad el 20 de julio de 1945.
Todos los preparativos previos concluyeron en la tarde del martes 6 de julio, a las 16,30 horas en la “canchita” de la Escuela con la presencia de autoridades civiles, militares, eclesiásticas, deportivas, padres y directivos, alumnos y ex- alumnos.
La ceremonia estuvo a cargo del cura párroco, Presbítero Pedro Blasón, mientras las alumnas del establecimiento vestidas algunas de blanco y tras de azul, formaban una gran bandera argentina. Después de la Bendición , el señor Director, don Jacinto Franco arengó a los componentes de la caravana con un vibrante discurso.
El 7 de julio de 1943, se dio comienzo al propósito de pasear la Bandera Argentina por todo el territorio de la República. El primer recorrido fue la etapa Gualeguaychú—Urdinarrain, en un tramo de 65 km , por el camino provincial, pasando por Palavecino, Almada, Parera y Pastor Britos; se hizo en marcha pedestre (trote acompasado).
Fue dirigida por el Teniente Carlos Mac Dougall, en donde en la primera etapa participaron estudiantes del nivel secundario de la ciudad. Entre ellos: Rubén Gagliardi, Camilo Fernández, Carlos Miguel Chichizola, Enrique Medina, Voyco Gasparovic, Rafael D’Agostino, Mario D’Agostino, Pío Lazcano, Raúl Laxague, Néstor Canario, Félix Ugarte, Carlos Meillard, Arquímedes Vega, Julio Solari, Hugo Rivas, Dionisio Broggi, Luis Enrique Raffart, Luis Ferrando, Simón Silvestrini, Pedro Sosa Arizpe, Héctor Ugón Vela, Alberto Miguel Oliva, Donaldo Zoilo, Osvaldo Pastor Gómez, Héctor Pereda, Ramón Pereda, Miguel Silvestrini, Juan B. Caropresi, Carlos María Chichizola, Ricardo Narbais, Ramón del Campo y como voluntarios acompañantes Juan Manuel Rodríguez y Francisco Escalante.
Osvaldo Gómez, uno de los Cruzados, ex alumno y docente, nos recuerda aquellos momentos de la siguiente manera: “Eran las dos de la mañana. Una madrugada muy fría. Los jóvenes del secundario de la Normal nos empezamos a reunir para la gran Cruzada (…) Los más chicos (1º, 2º y 3º) iban en colectivos acompañando a la delegación y los más grandes (4º y 5º) tratábamos de entrar en calor.
A las tres de la mañana comenzó la epopeya. Nos habíamos reunidos en calle Gervasio Méndez entre Rocamora y Ayacucho. Una vez que cruzamos el hospital, se terminó la luz artificial y en medio de la noche, apenas nos veíamos con la luz de las estrellas y la luna. ¡Qué helada! Algunos chistes matizaban la fría mañana. Los –3ºC estaban ahí, en el campo, en el camino, en los charcos. Los rompevientos de los atletas parecen salpicados por diminutas piedras de cristal. El entusiasmo todo lo venció (…) Llegando a Pastor Britos, el Coronel Mc Dougall debió rendirse ante una rodilla claudicante.
A un ocasional jinete le preguntamos si estaba cerca Urdinarrian. –No, ahí en la lomita nomás, nos respondió. Se hizo eterno el camino subiendo la lomita y luego bajarla. Pero cumplimos. Eran las 13 horas, Gualeguaychú—Urdinarrain unidas por el esfuerzo y la voluntad de aquellos jóvenes”. Se había cumplido la primera etapa”.
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