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"Geppian" es una palabra de uno nuestros pueblos originarios, chaná, y significa "SEMBRANDO". Tenemos como objetivo la promoción, formación, difusión y divulgación de la cultura entrerriana. Está formado por profesores y jóvenes alumnos de los departamentos de formación docente. Lo integran Sandra Dearmas, Christian Montiel, Nicolás Magnano, Hugo Alberto Batto y Marcos Henchóz.

De encuentros y silencios en las colonias del sur entrerriano


*Por Marcos Henchoz


Gobernar es poblar decía Juan Bautista Alberdi, uno de los principales pensadores de la organización del Estado de nuestro país.
En la segunda mitad del siglo XIX, las autoridades nacionales optaron por el modelo económico agropecuario exportador. Y esto significaba tomar diferentes medidas orientadas a asegurar la producción de materias primas.
En efecto, l 6 de octubre de 1876 fue sancionada la ley Nº 817 de Inmigración y Colonización, que significó un acontecimiento trascendental y de positiva proyección para el crecimiento de la población del país. Por ese entonces, el doctor Nicolás Avellaneda (1874-1880) era quien ejercía el cargo de presidente de la Nación.
La tierra estaba en pocas manos y prácticamente despobladas. Por lo tanto, era necesario aprovechar las grandes extensiones de tierra de nuestro país para dedicarlas a la producción.
La política inmigratoria –principalmente desde Europa- venía siendo promovida desde la presidencia de Justo José de Urquiza (1854-1860). El asentamiento de estos “gringos” era promovido y organizado por Estado Nacional y por los agentes comerciales autorizados para tal fin.
Así se fueron formando las primeras colonias agrícolas del país tales como: Esperanza, San Carlos y San Jerónimo en Santa Fe y San José en Entre Ríos.


La incorporación de la Argentina al sistema mundial que se estructuraba, como productora de materias primas alimenticias, se vio favorecida porque la región litoral, la más apta para ello, tenía ventajas comparatives debido a la riqueza de su suelo.
Otras medidas políticas y económicas favorecieron este proceso: la extension de la red ferroviaria, el telégrafo, la instalación de oficinas públicas en las principales ciudades de las provincias litoraleñas, apertura de diferentes puertos sobre los ríos Paraná y Uruguay, entre otros.
El proceso de venta de tierras para formar colonias dedicadas a la agricultura duró unos pocos años. Rápidamente, los latifundios se fueron poblando de colonos arrendatarios.
El sector de los productores directos ya en 1890 reclamaba la subdivisión de la propiedad latifundaria dejando de creer en la propaganda oficialista sobre la posibilidad de obtener tierras propias para trabajarlas. Esta situación elevó el índice de arrendatarios que pasó a ser signo de pobreza, de inestabilidad y con el tiempo de despoblación de las zonas rurales, produciendo durante la década de 1930, en adelante, la gran migración interna hacia los centros urbanos industrializados.
            De acuerdo, a las estadísticas de los años 1914 y 1915, sobre un total de 76.212 propiedades dedicadas a la agricultura; 24.658 son agricultores propietarios, es decir, el 32,36% y 51.554 son arrendatarios y aparceros, es decir, el 67,64% sobre el total. Estas cifras están referidas al caso de las tierras dedicadas a la agricultura: siendo, aún mayor el porcentaje entre propietario y arrendatarios para el caso de la explotación ganadera, ya que era casi mínima la posibilidad a acceder a este tipo de explotación por el sistema de arrendamientos.
Durante este período es el inicio de las colonias agrícolas de nuestra zona: Las Flores, Stauber, Italiana, Las Marías y Los Ombúes, entre otros.

La presencia de cientos de miles de colonos, principalmente en la zona pampeana, favoreció la extensión de la red ferroviaria para el traslado de personas y aumento de la actividad comercial y de la fundación de pueblos. Algunos de ellos son: Larroque, Villa Eleonora, Urdinarrain, Escriña, Almada, Parera y Gilbert. Es decir, que el poblamiento es anterior a la llegada de los trenes y a la fundación de los pueblos. E inclusive, muchos de ellos, ni tan siquiera registran fechas de fundación oficial ya que se fueron dando por asentamientos espontáneos alrededor de las nuevas estaciones del ferrocarril.  
             Durante las décadas de 1920 y 1930, la situación no varió. El porcentaje de arrendatarios siguió en aumento. A éstos, se les adicionó el trabajador asalariado (peón jornalero) en las grandes propiedades; quienes se encontraron sin ninguna posibilidad inmediata de poseer una parcela o lote de tierra para labrarla, ni siquiera en calidad de arrendatario, por carecer de herramientas y por estar completamente descapitalizados.
Muchas leyes se fueron dictando sin efecto alguno. La tierra se convirtió en un negocio inmobiliario – practicamente inaccesible para los colonos-. Por lo tanto, desde inicios del siglo XX, los gobernantes que estaban íntimamente relacionados con los latifundistas – muchos de ellos eran autoridades locales, provincials o nacionales- llevaron adelante la denominada colonización privada. Es decir, entregar lotes a familias de arrendatarios dentro de las mismas estancias.
            El proceso de estancamiento agrario, a principios de los ´40 se había acentuado. Siendo la estructura de producción similar a las que se configuraron en los inicios de la transformación agraria pampeana, es decir, la estancia ganadera con grandes latifundios; la chacra agrícola, de propiedad del mismo sector pero con presencia de arrendatarios; y, algunas quintas o granjas próximas a las ciudades. En muchos casos, los latifundios no sólo eran un inconveniente  para poseer tierras por parte de los arrendatarios sino que, también, lo eran para las mismas ciudades, por cuanto, no permitía su propio crecimiento. Teniendo en cuenta, esta forma de producción, la estructura laboral funcionaba de distintas manera: por un lado, estaban los peones “fijos” para el trabajo las grandes estancias ganaderas; mientras que, en las estancias explotadas agrícolamente al trabajo lo realizaban los arrendatarios incluyendo el trabajo familiar o la utilización de peones transitorios, de acuerdo, a las necesidades propias del trabajo de cada lugar.

Durante la década de 1930 y principios de 1940, el gobierno conservador adoptó medidas tendientes a apaciguar los conflictos del sector rural, entre ellas, la entrega de semillas para los productores afectados por sequías y plagas, algunos precios básicos sobre sus productos e, inclusive, el otorgamiento de créditos para la producción pero; estas medidas no solucionaron los diferentes problemas del sector rural. Uno de estos era el de la llamada “migración interna”; los jóvenes –solteros o casados- comenzaron a irse a vivir a Buenos Aires en búsqueda de nuevos horizontes laborales.


            En 1940, se sancionó la Ley Nº 12.636 denominada “Ley de Colonización”. Con ésta se creó el Consejo Agrario Nacional que tuvo una actividad muy destacada en la implementación de la obra colonizadora oficial. Esta ley, en su Art. 8º, establecía que los inmuebles a utilizar serían: “A) Las tierras fiscales que se consideren aptas. B) Las que estén en poder de los ministerios, de los   Bancos Oficiales o cualquiera de las otras reparticiones públicas nacionales. C) Las que el Consejo Agrario Nacional adquiera por compra o sean expropiadas. D) Las de dominio privado o de las provincias o municipalidades que sean ofrecidas”.
En estos años se organización varias colonias oficiales en nuestra región tales como: El Potrero, Perdices y Las Piedras –departamento Gualeguaychú-, El Ceibo  y La Mechita –departamento Uruguay- y Los Galpones –departamento Tala-, entre otras. También, se organizaron algunas colonias privadas tal es el caso de la estancia San Luis –en cercanías de Pueblo General Belgrano-.
La política llevada a cabo por el presidente Juan Domingo Perón, con respecto al precio de los arrendamientos, produjo fuertes conflictos entre los latifundistas y los colonos. A partir, del golpe de estado de 1955 fueron desapareciendo las medidas políticas y económicas tendientes a favorecer a los pequeños y medianos productores y a los arrendatarios.
El final anunciado se produjo con el gobierno del General Juan Carlos Onganía cuando estableció una serie de leyes para terminar con el minifundio (colonias agrícolas). Su política agropecuaria buscaba el incremento de la producción y de la productividad; el mejoramiento del nivel de ingresos de la actividad rural; la tecnificación agraria; la extensión de las fronteras agropecuarias incorporando tierras improductivas u ociosas; aunque en el entendimiento de que solo la podían llevar adelante los grandes terratenientes.
De encuentros y silencios en las colonias del sur entrerriano. Encuentros de sacrificios, de trabajo en la tierra, de familias numerosas y llenas de vida. Hoy, el silencio aturde. Ya no están los colonos abriendo surcos o levantando cosechas. Ya no están los bailes ni los paseos domingueros por la estación del ferrocarril.


Fuentes consultadas:
MAROTTA Pedro (1917). Colonización y latifundio, Buenos Aires.
LATTUADA Mario J. (1986). La política agraria peronista (1943-1983), Buenos Aires, CEAL.
BARSKY Osvaldo y otros (1988). La agricultura pampeana. Transformaciones productivas y sociales, Buenos Aires, FCE/IICA/CISEA.
HENCHOZ Marcos (2005). Colonia oficial El Potrero -1946/1950-, Editorial de Entre Ríos, Paraná.
Ley Nº 12.636 “Ley de Colonización”, 1940.

2 comentarios:

  1. Lo copio para publicar en mi página de noticias.
    Excelente trabajo.
    saludos

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  2. Muy bueno. Las fotos: deliciosas...
    Gracias, Marcos.

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